LEONOR WATLING
ISABEL DE FARNESIO
Cuando Isabel de Farnesio se sentó en el trono de España tenía clarísimo que ella no sería un florero. Las decisiones más importantes del país pasarían por su aprobación y al que no le gustara... puerta. El problema es que con la abdicación de su marido, la que tiene la puerta abierta ahora es ella. Isabel no está dispuesta a renunciar al poder. Por eso cuando conoce a Luisa encuentra la excusa perfecta para cimentar su nuevo objetivo vital: hacerse con el trono de Versalles aunque para eso tenga que arrastrar a su marido a la locura total.
“Falsa sin sutileza; embustera, violenta, sin ningún talento, su risa aflige, sus bromas matan; implacable en el odio, celosa e ingrata en la amistad, que nunca ha conocido; insaciable en sus deseos, ciega en sus intereses no le conozco más virtudes que su triste castidad: “¡Al menos no se repetirá por ahí que soy una p...!.”
Obispo de Rennes
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